Hasta hace un tiempo, teníamos una oficina donde recibíamos a los clientes. Estaba bien porque teníamos más espacio, cambiábamos de aires y no mezclábamos asuntos personales y profesionales. Pero después de pensarlo bien, decidimos irnos y trabajar desde casa, lo cual parece una tendencia al alza. En este post os vamos a explicar por qué tomamos esta decisión y de qué manera os beneficia como clientes nuestros.
Una oficina no deja de ser un gasto significativo. Para nosotros, el único uso imprescindible era recibir a nuestros clientes, cosa que no sucede todos los días. Nunca la hemos usado como estudio, principalmente por dos motivos. En primer lugar, no hacemos fotografía de estudio porque nos gustan los reportajes naturales, auténticos, ya sea en casa del cliente o en una ubicación de exteriores. Por otra parte, como habitualmente estamos fuera haciendo reportajes, no podemos comprometernos a tener un local abierto al público.
Un día, nos sentamos a hacer números y nos dimos cuenta de que la partida que destinábamos a pagar la oficina, podíamos usarla para mejorar aspectos que nuestros clientes valorasen realmente. Así que la cerramos y desde entonces no hemos hecho más que alegrarnos.
Sin embargo, circulan por la red algunos artículos según los cuales, si un fotógrafo no tiene estudio, no es profesional y casi ni es fotógrafo. Los argumentos suelen estar cogidos con pinzas, y parecen más bien un ataque gratuito que otra cosa. Para ser profesional, desde nuestro punto de vista, cuentan tres aspectos:
- Estar dado de alta y al corriente de pago de los impuestos correspondientes.
- Tener un compromiso de calidad sincero con el trabajo que se realiza.
- Tener ética profesional, lo que excluye atacar a tus compañeros de profesión con falacias.
Nosotros somos profesionales porque cumplimos estos tres preceptos. Además, para total seguridad de los clientes que nos contratan, siempre firmamos un contrato muy detallado que garantiza nuestro buen hacer y el resultado final del reportaje.
¿Y entonces, dónde nos reunimos con nuestros clientes? Con lo que nos ahorramos en oficina, nos da para invitar a un piscolabis en lugares preciosos, tranquilos y acogedores. Mejor así, ¿verdad?