Este reportaje lo firma FILHIN porque, como siempre, lo hemos realizado Isa y yo, pero por las connotaciones tan especiales que tiene para mí, me voy a permitir el lujo de escribir el post y firmarlo como Edu. Conocí a Javi cuando ambos teníamos cuatro o cinco años. Desde entonces hasta ahora, nos hemos visto con más o menos frecuencia, pero nuestra amistad no ha decaído. A veces me cuesta ser consciente del paso del tiempo, acaso porque me conviene, pero cuando echo la vista atrás, más que años tengo incontables vivencias a mis espaldas. Así que por una parte parece que fue ayer cuando Javi y yo jugábamos en el recreo y nos reíamos sin preocupaciones, y por otra me parecen tiempos remotos cuando veo que estamos hechos unos padrazos y que todavía sabemos reír a pesar de las preocupaciones.
No puedo expresar el alegrón que sentí cuando me comentó que le apetecía mucho que le hiciéramos un reportaje de familia. Primero por la amistad que nos une, y segundo porque lleva explorando la fotografía desde que éramos unos micos, siempre con carrete, y tiene una mirada muy personal. Es muy halagador que nuestro trabajo le guste a una persona que conoce los entresijos de este arte. Curiosamente nos suelen contratar personas con profesiones relacionadas con la estética: arquitectos, artistas, diseñadores… Pero incluso cuando no es así, siempre se trata de personas con una voz interior distinta, una voz que las hace hermosas en todos los sentidos. Y por eso decimos con mucho orgullo que sólo trabajamos para personas especiales. A su mujer, Ángela, ya la conocíamos de un par de ocasiones anteriores, pero no habíamos tenido ocasión de comprobar lo encantadora que es. Y sus dos peques, Marcos y Javi, han quedado mágicamente retratados con toda su naturaleza llena de vitalidad y alegría. Javi, el mayor, es un pildorilla, como se dice por aquí. Sólo se detiene para pensar lo que va a hacer a continuación. Y a pesar de su energía arrolladora, es bueno como él solo. Marcos, el pequeño, se ríe a la más mínima con esa sonrisa contagiosa y linda que sólo tienen los niños. Y además de buenos, guapísimos. ¿Qué más se puede pedir? Espero (esperamos) que os guste este reportaje. Siempre es una experiencia nueva y enriquecedora, pero en esta ocasión se han mezclado muchas más emociones, y de alguna manera creo que están presentes en la manera de captar esos momentos.
Edu