
No puedo expresar el alegrón que sentí cuando me comentó que le apetecía mucho que le hiciéramos un reportaje de familia. Primero por la amistad que nos une, y segundo porque lleva explorando la fotografía desde que éramos unos micos, siempre con carrete, y tiene una mirada muy personal. Es muy halagador que nuestro trabajo le guste a una persona que conoce los entresijos de este arte. Curiosamente nos suelen contratar personas con profesiones relacionadas con la estética: arquitectos, artistas, diseñadores… Pero incluso cuando no es así, siempre se trata de personas con una voz interior distinta, una voz que las hace hermosas en todos los sentidos. Y por eso decimos con mucho orgullo que sólo trabajamos para personas especiales. A su mujer, Ángela, ya la conocíamos de un par de ocasiones anteriores, pero no habíamos tenido ocasión de comprobar lo encantadora que es. Y sus dos peques, Marcos y Javi, han quedado mágicamente retratados con toda su naturaleza llena de vitalidad y alegría. Javi, el mayor, es un pildorilla, como se dice por aquí. Sólo se detiene para pensar lo que va a hacer a continuación. Y a pesar de su energía arrolladora, es bueno como él solo. Marcos, el pequeño, se ríe a la más mínima con esa sonrisa contagiosa y linda que sólo tienen los niños. Y además de buenos, guapísimos. ¿Qué más se puede pedir? Espero (esperamos) que os guste este reportaje. Siempre es una experiencia nueva y enriquecedora, pero en esta ocasión se han mezclado muchas más emociones, y de alguna manera creo que están presentes en la manera de captar esos momentos.
Edu






























