Ya los visteis en su preboda. Felices. Vitales. Alegres. ¿Cómo no enamorarse de su complicidad? Con historias así de fuertes, uno los acompañaría al fin del mundo. Pero que sepamos, se bastan solos, y tienen una gran familia llena de grandes personas. Todo ese amor, todos esos recuerdos, sólo pueden depararles una vida para pasársela riendo de principio a fin. Y sí, vendrán malos momentos, como nos sobrevienen a todos, pero no cabe duda de que se los comerán con papas. ¡Disfrutadlo, chicos! ¡Os lo merecéis!