Hace muchos años, no retratábamos a personas, o solo a veces, de manera accidental. Edu era capaz de esperar sin descanso hasta que una plaza se quedaba vacía para conseguir su objetivo: fotografías ausentes de personas. Other times, other feelings.
No fue hasta que nos miramos en el espejo equivocado, el de nuestras propias fotografías de boda, cuando empezamos a descubrir la fotografía de personas. Y aún más, la fotografía de emociones.
Porque la fotografía de boda no es más que eso, y es todo eso (tanto, tantísimo) al mismo tiempo. Consiste en sintonizar emocionalmente con un grupo de personas que van a recorrer una senda de sentimientos tan intensos como variados, y narrar sus vivencias con imágenes.
La pregunta inmediata, después de haber llorado con novios e invitados en más de una boda, es: ¿Cuántas emociones hermosas nos habremos perdido durante aquellos años de fotografía basada en la soledad? Y casi al instante, uno se da cuenta de que esa fase era necesaria: no ver para acabar viendo, no ser consciente para poder tomar conciencia plena, no sentir para lograr empatizar cuando es necesario.
Así que esto, la fotografía de boda, va de personas, de emociones, de empatía y de humildad. No hay secretos. Tan solo hay que estar preparado para renunciar a todo lo que es prescindible y abrazar todo lo que se requiere.
Si te apetece tener una charla tranquila sobre fotografía de boda y por qué no, hablar de tu boda y de las emociones que hay detrás, solo tienes que avisarnos.