Emocionarte con algo que nunca hubieras pensado que podría ni siquiera hacerte sonreír es un regalo. Que Irene y Adrián haya conseguido que cada vez que escuchamos esas breves estrofas, se nos llene de alegría el corazón, es algo tan hermoso como indescriptible. Su historia en común, su manera de apoyarse el uno al otro, su belleza como personas… ¡Qué suerte tenemos de haberlos conocido!
Por cierto, aquí tenéis la boda completa.