Al hilo de una reunión que tuvimos con una pareja encantadora, nos enteramos de algo que nos costó asimilar, ya que nuestra filosofía va en una dirección totalmente opuesta. Al parecer, otro fotógrafo les había indicado que todo el tiempo que tuvieran desde la ceremonia hasta el convite era de obligado consumo para el reportaje fotográfico. Dicho de otra forma, estarían secuestrados desde el arroz hasta el primer plato, sin siquiera poder saludar a sus invitados durante los canapés.
Vamos a dejar dos cosas claras. En primer lugar, respetamos profundamente la forma de trabajar de otros estudios, y si hemos optado por un título cómico es por quitarle hierro al asunto. Dicho esto, y en segundo lugar, nos parece una postura totalmente equivocada.
En FILHIN creemos que el reportaje no debe ser intrusivo. Además, nos encanta capturar esos momentos de felicidad con los invitados, lo que sólo es posible si estáis relajados mientras conversáis y os reís con ellos. Y por supuesto, no queremos robaros ni un solo instante de vuestra boda, que ya de por sí sucede muy deprisa.
Nos parece una creencia desafortunada la de que el fotógrafo es más importante que la pareja, ya que lo que se pretende es dejar constancia, a través de una serie de imágenes, de los sucesos de un día muy especial. Si el fotógrafo acapara a la pareja, lo mejor que puede conseguir es acabar cansando a los novios y provocando caras de pocos amigos.
¿No es mejor pasar un rato divertido y que la magia surja sola mientras estáis en compañía de los vuestros? ¿No es mejor dejar el reportaje en manos de FILHIN?