En fotografía, como en muchos otros ámbitos de la vida, hay clases y clases. Y la fotografía de boda es una modalidad muy denostada dentro de este noble arte. El principal argumento que esgrimen quienes la consideran una categoría menor, es que se trata de una salida fácil para ganar un sobresueldo.
Así, acceden muchas personas sin formación ni equipo suficientes para realizar un buen trabajo. En parte, razón no les falta. Pero que existan malos fotógrafos de boda no significa que toda la fotografía de boda sea mala.
Para nosotros, la fotografía de boda tiene la misma importancia, puede alcanzar el mismo nivel artístico y provocar el mismo asombro que la de paisajes, moda o fauna. Y sin duda, tiene un componente del que carecen estos campos y la hace única: la humanidad.
En FILHIN nos encanta captar emociones desnudas, lo que sólo se consigue fotografiando a personas (salvo destacables hitos en fotografía de animales). La conexión que se llega a establecer con las personas que celebran ese día tan especial es tan intensa, tan plena y sobrecogedora, que olvidamos que se trata de un trabajo y nos entregamos a la belleza por completo.
Una fotografía técnicamente impecable, por ejemplo de un atardecer, puede evocar sentimientos recónditos y sublimes, pero a la mayoría nunca nos dirá tanto como una caricia sincera, un abrazo entre padre e hijo, una lágrima contenida de un invitado, la sonrisa incontenible de la novia llegando al altar… La fotografía de un paisaje, además, se puede repetir si no logramos el resultado deseado. En una boda, todo es irrepetible y efímero, por lo que la responsabilidad del fotógrafo es infinitamente mayor.
Hay quien sistematiza los reportajes para tener controlados todos los parámetros, imponiendo a los protagonistas el guión del momento. Nosotros, en cambio, decidimos innovar y contar una historia distinta cada vez, dejando que sean ellos quienes actúen con total naturalidad. Qué duda cabe que, de esta manera, el listón queda mucho más alto.
Por todas las parejas a las que hemos tenido el placer de acompañar, y por las que nos están esperando a la vuelta de la esquina, reivindicamos la fotografía de boda como arte de primera.