Al hilo de nuestro último artículo al respecto, que está cosechando bastante éxito, hemos querido completar la visión de esta corriente hablando de lo que no es fotoperiodismo de boda, pero se intenta hacer pasar por tal.
En realidad, el término fotoperiodismo de boda se ha convertido en una poderosa herramienta de marketing, en un reclamo publicitario que muchos estudios usan para atraer clientes porque suena bien. Pero en muchos casos, su filosofía nada tiene que ver con dicho estilo, y el resultado son reportajes que no terminan de convencer, o que directamente defraudan a los novios. En una boda, cualquier elección incorrecta supone un grave perjuicio, tanto desde el punto de vista económico (dinero tirado a la basura) como desde el emocional. Pero en el caso de la fotografía, el error perdura en el tiempo ya que, salvando el traje y los regalos de los invitados, es el único elemento físico que le queda a las parejas. Por eso, es importante saber qué es y qué no es fotoperiodismo de boda.
Por ejemplo, sabemos que no estamos ante un seguidor de esta corriente cuando el fotógrafo le pide poses a los novios de manera incesante, y dirige el reportaje para que encaje en sus expectativas. Es el típico pon la mano aquí, cógela entre tus brazos y mírala fijamente, levanta el velo para que quede bonito y otros tópicos por todos conocidos.
El fotoperiodismo de boda evita las poses en la medida de lo posible, y por supuesto, consiste en la no intervención de los fotógrafos en el desarrollo del reportaje. En lugar de un director artístico, que es lo que tradicionalmente ha sido el fotógrafo de boda, es un espectador de la belleza. En lugar de un artista conceptual, es un testigo de lo que sucede.
Tampoco es fotoperiodismo de boda explotar continuamente los mismos rincones, donde la pareja pierde importancia y se confunde con tantas otras que han transitado esos lugares comunes. Al fotógrafo se le supone creatividad y la capacidad necesaria para compenetrarse con los novios para encontrar un ambiente único y mágico, incluso cuando las circunstancias son adversas.
Por último, no es fotoperiodismo de boda un estilo pasajero, ya sea en la realización o en el procesado de la fotografía. Son buenos exponentes de ello la trillada fotografía en blanco y negro con el ramo en color, o el abuso de técnicas HDR exageradas y artificiales. El motivo es que el fotoperiodismo de boda busca, ante todo, que el reportaje perdure en el tiempo, por lo que debe huir de modas pasajeras que, al cabo de pocos años, resultan estridentes y fuera de lugar.
Y ahora que ya sabéis qué es fotoperiodismo de boda y qué no lo es, ¿os apetece que charlemos para conocernos mejor?