Cuando te planteas, en la juventud, qué vas a hacer con tu vida, en qué vas a trabajar, no sueles acertar. Ni Isa ni yo teníamos idea de acabar dedicándonos a la fotografía, y menos a las bodas. Pero lo que no sospechábamos cuando empezamos hace ya un buen puñado de años es que puedes llegar a sentirte tan bien mientras estás trabajando.
Lo hemos dicho mil veces: en este trabajo es vital la conexión, la complicidad, la empatía. Hay un abismo entre trabajar sin esos factores y sentir que estás leyendo las emociones de la boda, que estás participando realmente.
Con Cristina y Javier nos ha pasado eso. Hemos vivido su boda con ellos. Nos hemos compenetrado a la perfección. Y sin duda es porque son dos personas especiales, amables y joviales.
Solo hace falta ver el resumen de su boda para notar su amor, su entrega y su sensibilidad. ¡Esperamos que os guste tanto como a nosotros!