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En una visita a Sevilla

En una visita a Sevilla

El limonero lánguido suspende
una pálida rama polvorienta,
sobre el encanto de la fuente limpia,
y allá en el fondo sueñan
los frutos de oro…

Es una tarde clara,
casi de primavera,
tibia tarde de marzo,
que el hálito de abril cercano lleva;
y estoy solo, en el patio silencioso,
buscando una ilusión cándida y vieja:
alguna sombra sobre el blanco muro,
algún recuerdo, en el pretil de piedra
de la fuente dormido, o, en el aire,
algún vagar de túnica ligera.

En el ambiente de la tarde flota
ese aroma de ausencia,
que dice al alma luminosa: nunca,
y al corazón: espera.

Ese aroma que evoca los fantasmas
de las fragancias vírgenes y muertas.

Sí, te recuerdo, tarde alegre y clara,
casi de primavera,
tarde sin flores, cuando me traías
el buen perfume de la hierbabuena
y de la buena albahaca,
que tenía mi madre en sus macetas.

Que tú me viste hundir mis manos puras
en el agua serena,
para alcanzar los frutos encantados
que hoy en el fondo de la fuente sueñan…

Sí, te conozco, tarde alegre y clara,
casi de primavera.

Antonio Machado Ruiz

Con Irene y Adrián tuvimos amor a primera vista. Y nos lo hemos pasado en grande con ellos cada vez que hemos coincidido. Siempre que hablamos con ellos, nos sacan una carcajada, y lo mejor de todo es que siempre tienen buenas palabras para nosotros.

Chicos, no sabéis lo que os agradecemos TODO. Estamos deseando veros para la postboda, que va a ser épica. ¡Un beso enorme!

Si queréis seguir sonriendo con Irene y Adrián, aquí tenéis otros reportajes:

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